¿Es justo desahuciar a quien no puede pagar la hipoteca?

Re-posteo aquí una noticia de cincodias, recogida a su vez por pisos.com. Para a su vez comentarla.

Desde el año 2007 se han presentado en los juzgados más de 300.000 ejecuciones hipotecarias, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El número de familias que han perdido su casa por no pagar la hipoteca asciende a 150.000.

Cuatro pasos explican cómo sucede:

  • La demanda. La entidad financiera decide reclamar judicialmente el cobro de un préstamo que tiene la vivienda como garantía. Se notifica al deudor en el domicilio indicado en la escritura y se le da un plazo para que pague o se oponga a la demanda. Si no paga, comienza la fase de ejecución hipotecaria.
  • La subasta. Hasta la convocatoria de la subasta, el deudor tiene la posibilidad de restablecer su préstamo pagando las cuotas vencidas. Llegado el día señalado puede haber pujas por encima de los mínimos legales, por lo que la propiedad se adjudica al mejor postor. Si quedara desierta, el banco tiene la posibilidad de adjudicarse la vivienda por el 50% del valor de tasación o el 60% si se trata de una vivienda habitual.
  • Lanzamiento judicial. Una vez que la vivienda ha cambiado de propietario se le da un plazo al deudor para que abandone el domicilio. Si no lo deja por sí mismo podrá intervenir la Policía para desalojarlo.

……….

Si hay algo que considero que va en contra del derecho constitucional a una vivienda digna…son sin duda los desahucios hipotecarios indiscriminados:

Artículo 47 de nuestra Constitución: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

La justicia española debería proteger este derecho constitucional “tutelando” los procesos de desahucio, de tal forma que los propietarios que no puedan hacer frente a los pagos de la hipoteca, por causas justificadas y ajenas a su voluntad e interés, puedan al menos PERMANECER EN LA VIVIENDA EN CALIDAD DE INQUILINOS de forma temporal, así como que el proceso de subasta y devengo de intereses se paralice.

La forma de regularlo sería cuestión de consensuarla, pero estoy seguro que, en este momento, todas las partes afectadas, directa o indirectamente, saldrían ganando de ello. Desde la propia economía del país, las familias, el Estado y por supuesto las entidades financieras.

Sin tolerar a los morosos profesionales, pero no podemos convertir a ciudadanos honrados y trabajadores, en escoria social, en indigentes, en proscritos económicos para el resto de su vida, mientras los pocos que los condujeron a ello cuentan sus fortunas en paraisos fiscales o en jubilaciones millonarias. Nos vendieron la burra coja y ahora, sostenidos o consentidos por nuestro propio Estado, quieren que paguemos por un corcel blanco.

¡YA ESTÁ BIEN! Esta situación general de crisis que padecemos no la han provocado ellos si no que son sus damnificados. La TUTELA JUDICIAL ayudaría a discriminar situaciones y a reconducirnos hacia nuestro derecho constitucional.

Medidas como la publicitada por el Gobierno esta semana Dación en pago queda en recomendación son brindis al sol que además resultan insultantes para el ciudadano de a pie que sufre esta interminable crisis.

¡BASTA de adjudicarse una vivienda desahuciada por el 60% del valor de tasación y luego venderla a los dos meses por el 80% y financiada al 100%.

Ya hace tiempo que pensaba en lo positivo que sería invertir dinero público en rehabilitar, reconvertir o, por qué no, construir VPO en alquiler, por suerte últimamente veo que más voces populares se manifiestan en la misma dirección. Somos un país que no puede cambiar de modelo productivo en seis meses, pero si que necesita salir adelante el mes que viene. Si estamos preparados para la construcción, construyamos de forma racional, sólo donde sea verdaderamente necesario y por tiempo limitado, mientras en paralelo preparamos nuestra sociedad y nuestra economía productiva con reformas inteligentes de futuro para una nueva época, la época a la que nos han arrastrado el capitalismo desmesurado e incontrolado.

NO ESTAMOS ANTE UNA ÉPOCA DE CAMBIO, SI NO ANTE UN CAMBIO DE ÉPOCA.

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